¿Por qué es importante fomentar el vínculo afectivo con mi bebé?
Diversos estudios enfatizan en que la necesidad de establecer un vínculo afectivo con el bebé, ser cuidado y protegido es igual de esencial para su salud que la de ser alimentado.
Durante los primeros años de vida, el vínculo emocional que el bebé establece con sus cuidadores (principalmente con su mamá) es determinante en la construcción de una personalidad sana y equilibrada, así como también en su desarrollo cerebral: capacidades psíquicas, intelectuales y sociales dependen del vínculo temprano.
El Apego es un tipo especial de vínculo afectivo, que no sólo tiene que ver con el cariño que le entregues a tu guagua sino especialmente con la manera en que la puedas acoger, contener y calmar cada vez que sienta malestar.
Beneficios del vínculo afectivo:
- Cuando los niños y niñas se sienten queridos y protegidos, crecen con una alta autoestima y un concepto positivo de sí mismos. Estos niños empáticos y cooperativos, confían en sí mismos y no ven al otro como a un enemigo, por lo que saben trabajar en grupo y ayudan a los demás para lograr un fin común.
- A nivel social, estos niños mantienen relaciones más saludables. En función de la calidad afectiva que le aporten sus padres, ellos tendrán más posibilidades de llegar a tener una vida plena y equilibrada.
- El apego emerge entre los 6 y los 18 meses de vida y justo a los 12 meses es cuando más se consolida. A los 18 meses los niños ya han desarrollado estrategias para apegarse. Es entonces, cuando hablamos de un periodo crítico.
- Un estudio desarrollado por los pediatras Klaus y Kennell (1939), determinó que las madres que lograron establecer un vínculo a las pocas horas del nacimiento eran mucho más cercanas a sus hijos, tenían menos problemas de amamantamiento y tenían contacto con sus pequeños con mucha más frecuencia. Por otro lado, los niños presentaban un cociente de inteligencia bastante más alto a la edad de tres años que aquellos que habían sido separados de sus madres.
- Esto no significa que después no puedan generar apego seguro, pero va a ser más difícil de consolidarse. Por tanto, lo que se recomienda es que el cuidador pase el máximo de tiempo con el bebé durante mínimo el primer año y medio de vida.
¿Cómo fortalecer el apego con mi bebé?
- Presta atención y diferencia sus tipos de llanto: Ante situaciones de malestar o llanto de tu bebé, averigua lo que le ocurre en el menor tiempo posible. Observa qué conductas manifiesta, cómo lo expresa corporalmente y qué pudo haber gatillado esa conducta. Así podrás dar respuesta a su necesidad y el niño se sentirá reconocido y atendido.
- La repetición es clave: La cantidad de interacciones es fundamental. Entre más tiempo pasas con tu bebé y mientras más repites los abrazos, caricias, besos, cantos y miradas, más se fortalecen las redes neuronales afectivas de su cerebro.
- Comprender qué nos pasa cuando nuestros hijos se sienten mal: Si no estamos regulados emocionalmente, la intervención con ellos no será exitosa. Muchas veces enfrentamos estas situaciones en base a cómo lo hacían nuestros padres, sin cuestionarnos el impacto que produjo en nosotros y en nuestra forma de criar.
- Poner palabras a lo que el niño siente, piensa o hace: Validar sus emociones y poner en palabras lo que están sintiendo, permitirá que se sientan comprendidos y estaremos comunicando que pueden expresar sus emociones y confiar en sus padres. Por ejemplo, «Yo sé que te caíste y te dolió, ¿quieres contarme?».
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Fuente:
Precursores de la teoría del apego: Klaus y Kennell, 1939; Tinbergen, 1948; Bowlby, 1977.